El 28 de octubre, nos subimos a un avión de Aerolineas Pluna, & y yo, con destino
Punta del Este y
Montevideo, Uruguay. Hacía falta descansar, y como Brasil estaba copado, volver después de 16 años al "País Natural" se perfiló como una buena alternativa.
Apenas llegamos al pequeño Aeropuerto de Montevideo, partimos a Punta del Este. Había escuchado comentarios de que ya no era lo de antes, no obstante llegamos a un verdadero paraíso. Todo bonito, aunque con muy poca gente (temporada baja), una ciudad de 16 mil habitantes, que en verano llega a los 500 mil, realmente ordenada, bien cuidada, cálida y
hermosa. Diría más bien paradisíaca. Muchas playas, sin las aguas del Caribe pero muy limpias. Bonitas calles, cero delincuencia, todas las casas sin rejas, y un hotel 3 estrellas con pretensiones de 4, con una acogedora pieza con terraza y una buena piscina temperada.
El sábado aprovechamos de salir a una discoteca. Llegamos temprano, cerca de la medianoche. No había más de 10 ó 15 personas, pero nos advirtieron que a las 3 AM estaría repleto. No creí mucho, hasta que justo pasadas las 3 AM y después de un par de Fernets con Coca Cola, casi no me podía mover dentro del caluroso lugar. Bailamos apretadísimos mientras afuera se desataba una tormenta eléctrica, mucha agua y relámpagos.
Contar en detalle todo lo que vivimos en Punta del Este sería llenar varias hojas de blog y no es la idea. No nos acompañó el clima pero no nos importó. Luego, lo que más de alguno sabe: Volvíamos del Casino del tremendo y lujoso
Hotel Conrad, habiendo ganado algunas luquitas. Habíamos arrendado una moto para poder desplazarnos de un lado a otro. Iba a unos 40 Km/h de vuelta al hotel, cuando producto del viento se me corrió hacia atrás el casco. En un intento por volverlo a su lugar, perdí el control de la moto y... tremendo accidente. Salimos volando & y yo, y nos estrellamos contra el pavimento.
Ya en el hotel, & llamó a un servicio de urgencia y llegaron 3 médicos y nos curaron las heridas. Yo tenía mucho dolor en mi brazo izquierdo. Me inyectaron Diclofenaco, y de ahí en adelante fue todo puro quejido (de vuelta en Chile sabría que mi hombro estaba fracturado y que tendría que soportar al menos un mes de inmovilidad en el brazo izquierdo..). & quedó con "daños menores".
En realidad, a pesar de las heridas y quejidos, no nos importó demasiado el tema, y nos fuimos a Montevideo para los últimos dos días. Una ciudad bonita, nada de otro mundo... excepto: SU GENTE.
El uruguayo (a), es simplemente genial. Son simpáticos, extremadamente amables, cariñosos y gentiles con el extranjero. Toman muchísimo mate, lo cual me causó mucha curiosidad. Andan por las calles
con sus termos bajo el brazo y el mate en la mano. Con & nos sorprendimos de la amabilidad y simpatía del pueblo uruguayo. Tanto en Punta del Este como en Montevideo nos trataron como reyes. Pude hacer la diferencia con el chileno (mejor dicho con el santiaguino) promedio, y estamos a años luz de ellos. Ojalá le hiciéramos gala a la canción "Si vas para Chile", cuando dice:
"Campesinos y gentes del pueblo
te saldrán al encuentro, viajero,
y verás cómo quieren en Chile
al amigo cuando es forastero"
...qué falsedad más grande. Esa canción se debería llamar "Si vas para Uruguay".
Y bueno... "Uruguay, País Natural", dice el eslogan. Creo que es cierto. Pero más cierto aún es que en
Casapueblo, una hermosa casa construida por el gran poeta, pintor y escultor
Carlos Páez Vilaró, pude contemplar
la puesta de sol más bella que he presenciado en mi vida. Me costó contener la emoción.
Si van para Uruguay, no se pierdan pasar por Punta del Este y ser testigos de la magia de Carlos Páez Vilaró, el mate y su gente.