lunes, marzo 26, 2007

The Gathering hace historia en Chile

Hace dos noches fui testigo de la tercera presentación de esta asombrosa banda holandesa en tierras chilenas. Fue el 2004 cuando se gestó una particular relación amorosa entre Chile y The Gathering, entre la maravillosa Anneke Van Giersbergen y sus acérrimos e incondicionales fans.

Pero The Gathering no vino sólo a tocar. Vino a hacer historia. Es la primera banda de renombre mundial que viene a Chile exclusivamente para grabar lo que será su próximo trabajo en DVD!! Tal como lo leen. En vez de elegir Paris, New York, o Los Angeles, estos tipos escogieron nada más ni nada menos que a Santiago de Chile. Y el afecto que le tienen a este confín del mundo se nota. Las 3 veces que han venido, no han desestimado en ningún momento dedicar bastante tiempo a autografiar objetos y/o fotografiarse con fans. ¡Incluso se han dado el tiempo de carretear con "nosotros"!

Pese a que una vez más me perdí la oportunidad de conocer en persona a una de las mejores voces del planeta, a una de las sonrisas más puras del orbe, a LA musa del rock... carismática, sencilla, tierna y entregada, puedo decir que el show del sábado 24 de marzo fue el más potente de los 3 y me dejó muy satisfecho.

El Teatro Caupolicán fue el lugar escogido para desplegar toda la batería de éxitos que mantienen viva a esta banda de más de 17 años de edad. Vibramos, junto a mi &, con temas como Eleanor, Saturnine, On Most Surfaces, Strange Machines, Leaves, Broken Glass, A Noise Severe, In Motion 1, Liberty Bell y tantas otras. La tónica del concierto estuvo comandada por el increíble fervor de los más de 5.000 asistentes.


Esto es The Gathering - Liberty Bell - Chile 24.03.2007!!


The Gathering - Shortest Day - Chile 24.03.2007!!

Hacía tiempo que no agitaba mi cabeza saltando con tantos temazos y un sonido impecable. Después de más de 2 horas de show, comenzó la otra espera: No aguanto las ganas de ver ese histórico DVD. Esperemos que salga a la venta luego. De seguro que escuchan por ahí mis "Hey, hey, hey, hey!!!".

Rock on!! ...y más videos aquí.

jueves, marzo 15, 2007

Roger Waters. Nombre y apellido del talento


No puedo. Soy incapaz, después de lo de anoche, incapaz de contar mejor mi historia, lo vivido, que como lo hizo Juan Ignacio Cornejo, de Rockaxis. Es que me representan, identifican y electrizan demasiado sus asertivas palabras. Esto sucedió anoche. ¡Yo lo viví!

Lunático, talentoso y emocionante
14 de marzo de 2007, Santiago de Chile

El del miércoles 14 de marzo del 2007 sería uno de los shows, en teoría, más predecibles que se podría esperar. La mitad del set sería un álbum tocado de forma íntegra, y el resto de los temas ya los sabíamos hace rato, o al menos se podían adivinar. Pero hubo algo más. Algo que trascendió la música misma, algo que le dio un prisma sobre-humano al asunto. No sé cómo explicarlo. Pero, personalmente, me sentí sobrepasado por la situación. Conmovido. Diminuto.

El nivel de conexión que se logró anoche fue mucho más que el clásico “artista-fans”. Muchísimo más. “The Dark Side of the Moon” es un álbum que ha llegado a su gente de forma mucho más potente que casi cualquier otro disco. Por eso era necesario estar en el Nacional viendo a su principal creador mostrándonos su obra maestra, acompañado de otro buen set de temas casi tan potentes, y con una mega producción en escena que obliga al espectador a sentirse involucrado con los hechos.

Un inglés hasta los huesos. No podía comenzar su presentación si no era a las 9:00 de la noche, ni un segundo más, ni un segundo menos. ‘In the Flesh’, la elegida. La indicada. Ese riff grandilocuente te introducía a lo que poco a poco estaba por venir. ‘Mother’, otro clásico de “The Wall”, fue seguido por la increíble ‘Set the Controls for the Heart of the Sun’, maravillosamente interpretada. Un tema con 40 años, cada día más fresco.

La certeza de estar presenciando algo trascendente vino con ‘Shine on You Crazy Diamond’. La música podía hacer el trabajo por sí sola. Pero la interpretación estuvo indescriptible. El sonido cuadrofónico fue abrumador, los coros se te metían a la sangre, la fuerza que conlleva el tema pareció multiplicarse. La polenta rockera floydiana me pasó por encima con ‘Have a Cigar’, y un coro inoxidable. Agotador, no agotado. Claro, agotador, porque con un comienzo así, cuesta resistir el ritmo, y mantenerse tan arriba durante tanto rato. Ni siquiera debe ser médicamente recomendado.

Si el canoso compositor hubiese sido un asesino, cuando se lanzó con ‘Wish You Were Here’, pudo haber perpetrado una matanza. Más de 50 mil personas rendidas, absolutamente a sus pies, perdiendo los sentidos. Liberando cuerpo de mente, mar de tierra, la luna del cielo. Poco cuesta imaginar o entender a qué me refiero si alguna vez han escuchado ese maravilloso himno. La gente no bajaba de las alturas, cuando comenzaron a sucederse ‘Southampton Dock’, ‘The Fletcher Memorial Home’ y ‘Perfect Sense’ (partes 1 y 2). Y era notorio un detalle: las canciones salían en bloques, como un mini resumen de cada disco. Dos de “The Wall”, una suelta, tres de “Wish You Were Here”, dos de “The Final Cut”, una del “Amused to Death”. Y, no se cómo, pero se le dio un hilo narrativo, escénico, que hacían confundirnos si el disco entero que escuchábamos era ese o el “Dark Side” que pronto llegaría. Habíamos visto escenas de guerra y rostros de dictadores.

Luego, fuimos introducidos a la historia de ‘Leaving Beirut’, el tema nuevo que ataca brutalmente esta guerra con Irak, con las letras proyectadas en la pantalla central, que nos permitieron ponerse en el lugar, convencerse y despertarse ante tal crimen. Tremendamente emocionante el momento. El cierre de la primera parte vino con ‘Sheep’, con cerdo volador incluido, con frases “made in Chile”, donde atacaban a este falso socialismo que nos gobierna, invocando el recuerdo de Víctor Jara, y (como diría Pedro), me pongo de pie, para rememorar la que decía “Está nevando en la Luna, pero la Nasa no lo sabe”. Brillante. Surrealista. Como ver a un chancho volador. Como la inmensa interpretación de todos los músicos en escena, que hicieron de ‘Sheep’ el momento más épico de la jornada. Punto aparte. Break, y “Dark Side” en camino.

No sé qué tiene ese disco. Qué inmenso. Un trabajo visual increíble, en que cada canción representaba un color distinto. Una banda que toma los temas como propios. Y el tipo del bajo y la voz, emocionado y emotivo. Comprometido y comprometedor. Era cosa de mirarlo a la cara, siempre con el cuerpo hacia delante, cantándole “a la gente”. ‘Breathe’, una dulce caricia celestial. El recorrido intergaláctico de ‘On the Run’, que desde las pantallas asombraba, desemboca en ‘Time’, indescriptible. No sé qué decir de ‘Time’. No hay análisis que quepa. Con ‘Breathe (Reprise)’ se tiende el puente a la magia que atraviesa nuestras cabezas en ‘The Great Gig in the Sky’, fabulosamente interpretada. El cielo se abre, y ese rayo cósmico que abre la tierra.

Una descarga difícil de medir, o de ejemplificar. El sonido no se detiene, ‘Money’ se desencadena y un grato momento se vivió. Ese blues tan “blanco”, tan juguetón, que contó con notables trabajos en guitarra de Dave Kilminster. Tan rico en colores. Tan poco pretencioso. Y eso es raro en cualquier tema del catálogo de Floyd. ‘Us and Them’ me llegó a los huesos. Como había dicho, el sonido estuvo incomparable. Y en ‘Us and Them’, fue muy potente. Demasiado. Se me erizaron los pelos. Es innegable que nuestro carácter central estuvo bastante apoyado en las voces. En algunas partes, usó pistas grabadas. Pero da lo mismo, porque lo que llegaba a los espíritus era bastante claro. Pasión. Como toda la obra que presenciamos, cada nota y cada frase salieron del lado más cerebral de la emoción.

Lo que más esperaba personalmente había llegado. ‘Brain Damage’, la canción que transmite la frase “see you on the dark side of the moon” al mundo, estaba iniciándose. El lunático estaba en el césped, en nuestras cabezas, en el cielo, en el escenario, en todos lados. La carátula de “Dark Side” se recreaba en el cielo, al mismo tiempo que la sobrenaturalidad del tema hacía ver la escena como algo totalmente natural. Algo sobrecogedor, algo divino. No sé. Es conceptual, es todo. Porque pasa del lunático que todos tenemos en la cabeza, a la desesperación, a lo épico. Y se aparece Syd Barrett. Que viene a recuperar a la banda en que él estuvo, y que comenzó a tocar “different tunes”. Todo este episodio más grande que la vida misma ante nuestros ojos. Ojos llenos de lágrimas. Que agradecían con ‘Eclipse’ lo que estaban viendo. Ese tema que suena tan puro, que es un cierre tan redondo. Que es como ver pasar toda tu vida delante de tus ojos. Mientras ahí estaba él, su creador, con una sonrisa de oreja a oreja. El orgullo de ver cuánto puede repercutir su obra. Mucho más que un recital, lo que se vivió con “Dark Side of the Moon” fue una experiencia. Así, exagerado y todo, da lo mismo. El que no se la crea, es porque no fue.

‘Another Brick in the Wall’, acompañado de unos niños de San Joaquín, que hicieron presencia, porque las voces eran las originales, inició la última parte del show, centrada en “The Wall”. A esa altura, había poco que pudiera llevarnos más alto. ‘Vera’, y ‘Bring the Boys Back Home’, pasaron en centésimas de segundo. ‘Comfortably Numb’ volvió a congelar el tiempo. Y otra vez, un legendario vocalista inspirado, un reemplazante de Gilmour que sí da la talla, los coros y teclados que generaron un manto grueso y armónico sobre el cual se desarrolló esta joya. Y para los escépticos, el solo de guitarra también estuvo lleno de sangre, como en su versión original. Desgarrador. Sobre todo porque fue lo último que se escuchó sobre el escenario del Nacional. Pero no se podía pedir más. Nadie quedó disconforme. El ídolo, el genio, se había lucido, con su bajo, con su guitarra, cantando micrófono en mano, hablando (poco)… representando lo mejor de su obra mejor de lo que cualquiera puede hacerlo. Nadie conoce su mente mejor que él mismo. Lógico.

Qué queda por agregar, no lo sé. ¿Por qué fue tan potente? ¿De qué manera nos pudo haber llegado tan profundo? Impresionante lo que puede lograr la música. Cincuenta mil personas que sabían a lo que fueron. No podía ser solo un desfile de canciones. Tenía que ser una experiencia mucho más completa. Y lo fue. Fue notable. Sigo en estado de shock. Creo apropiado invitarlos a compartir lo que les significó la noche del 14, porque va a quedar marcada con letras doradas en nuestros calendarios. Porque hay que compartir el gozo de haber estado ahí. Seguramente cuando mañana lea estas líneas tan grandilocuentes, con la mente más fría, me van a dar risa, no sé. Pero qué importa. A todos nos gusta jugar a estar locos o creerse genio por un rato. Todos queremos ser Roger Waters.

Me queda agregar una sola cosa... y esto lo hago yo, Chuqui. Una amiga lo dijo tan bien: jamás pensé que estaría tan orgulloso de ser amante de la música y la obra de ese místico joven que alguna vez azotó ese gong...








Perdónenme por la duración y longitud de este post. Pero de verdad era necesario contarlo. Shine on!!

domingo, marzo 11, 2007

SINGLES... Vida de Solteros II Parte

LA EDAD DE LA INOCENCIA

“Siempre recordaré abril de 1994. Era mi segundo mes transplantado en Santiago, Kurt Cobain se tragó un escopetazo, Depeche Mode tocó en el Velódromo y Andrés Bobe cayó de su moto para no pararse más. Al funeral del guitarrista de La Ley asistió todo el plantel de su equipo favorito, la U, doctor Orozco incluido. Hubo un minuto de silencio antes del show de los ingleses. Guardé los recortes de la prensa, porque sentía que la historia me sobrepasaba y que era la única forma de envasarla. Pasaron diez años, ahora es mi hermana quien llega a esta ciudad y se sorprende con mis cajas de archivos y escucha Nirvana como si fuera la primera vez. Entonces, como los pescadores y los camioneros, suelto el cuento de nuevo.

Un año antes de la muerte de Cobain, la Zona de Contacto lució en su tapa un artículo llamado “Los grunge están aquí”, ilustrado con una Plaza Italia dominada por un melenudo de mirada perdida, barba chivo, gorro, aro y camisa (de la ropa usada, asumo). Al fondo, dos chicas modelo Courtney Love. El rock alternativo se había apoderado del mundo, con “Smells Like Teen Spirit” como rugido. Ser roñoso era cool, igual que ser un hombre sensible o una mujer con actitud. Los 90 se reinventaban como una década intensa, furiosa, desencantada, reciclada. La industria discográfica giro sobre sus talones y la etiqueta alternativa agrupó a artistas muy diversos. Tal vez odiaste a Nirvana, pero enganchaste con Peral Jam, Soundgarden, Alice in Chains o The Smashing Pumpkins. O quizás con las bandas que la ola arrojó después, como Candlebox, Blind Melon y Grant Lee Buffalo. Y estaban las nuevas diosas: Björk, Tori Amos y PJ Harvey. Puede ser que gracias al efecto Seattle escarbaste en los orígenes y llegaste a Pixies, Meat Puppets, Black Sabbath, Neil Young… Sí, todo eso pasaba allá afuera, pero lo más valioso ocurrió por dentro: un dique emocional dinamitado con canciones.

Si esos días no te movieron un pelo, te perdiste de algo bueno. No me refiero a meros momentos discográficos. Hablo de la sangre que mueve al cuerpo. Escucho “Something in the Way” de Nirvana y me acuerdo de amigos que dejé de ver. Tomábamos, compartíamos decepciones, a veces competíamos por la misma mina que canturreaba “Rape me” con unas cervezas de más. O pasábamos año nuevo gimoteando “Disarm” de los Pumpkins como auténticos decadentes. Mirábamos con temor el fin de la adolescencia. Claro que posábamos también, aunque esos crímenes parecen tan divertidos ahora que somos capaces de mucha mas crueldad. Fue una larga edad del pavo enfundada en franela y bototos, con “Singles: Vida de Solteros” en VHS y el Soundtrack en el Walkman.

¿Qué quedó de todo eso? Algunos de los discos de nuestras vidas y mártires para coleccionar (Layne Staley y Shannon Hoon, por nombrar un par). Pienso que esas muertes nos enseñaron a identificarnos y emocionarnos con personas que sentían como nosotros. Cuando escucho canciones tan buenas como “In Bloom” y “All Apologies” no siento nostalgia, sino ganas de pelear por ideales tan alternativos como la honestidad y el valor de crear mi propio mundo privado con quien quiera. Eso es mucho mas sano que contemplar con morbo a la decadente viuda de Cobain y su maquillada piel de celebridad, es mucho mas poderoso que auto-convencerse de que todo tu rock fue una pendejada y mil veces mas valiente que reírse de quienes creemos que la música puede salvar…”

Sergio Cancino – Abril 2004

jueves, marzo 08, 2007

SINGLES... Vida de Solteros I Parte

Creo que hace casi un año que no escribo… en verdad son casi 10 meses… pero hace 365 días exactos las ganas de escribir se me acabaron… no es que se me hayan terminado las historias… pero nunca mas sentí la güata apretada como para disfrazarme de SebastiándelaGente y contar lo que me pasaba a mi y a mis amigos… El 4 de Marzo del 2006 se funó algo que pudo haber sido muy potente… y muy bonito… suena bastante mamón pero traté de buscar otro adjetivo para la situación y la verdad es que no lo pude encontrar… lo que me reafirma aún más la hipótesis que sostuve para dejar de teclear y tratar de leer un poco más.

No quería escribir más… no tenía ganas… ahora solo quería leer. Hace unos dos o tres años atrás le había preguntado a BradBrit por un Taller Literario y la respuesta que me dio de a poco la fui entendiendo, y creo que hoy la tengo un poco mas clara…

- “El Mejor Taller Literario es leer… leer Novelas, Narraciones, Poemas, Cuentos, Reportajes, Entrevistas… Leer, leer y leer…

Y a eso me dediqué… o mejor dicho, eso trate de hacer… en un país donde todos quieren ser escritores, sacar libros y demáses, yo me puse a leer revistas, diarios, mucho “lun.com” y entre las cosas que encontré fue éste espacio de mi “entrañable” amigo Ricardo… el cual fielmente he seguido por bastante tiempo.

Y Hoy gracias a la invitación de Rick estoy de regreso en las pistas… sé que no será el regreso del año (no espero serlo bajo ningún punto de vista), pero la invitación de un buen amigo no la podía dejar pasar…

Y como dijo originalmente Calamaro… y ahora último el Señor Gustavo Cerati: “Ahí Vamos…

Durante estas vacaciones tuve la oportunidad de pasar unos dias en Bariloche… donde fui felíz adquiriendo muchos Cd’s y un par de libros y películas… una de ellas… “Singles” como escribió Pablo Márquez alguna vez, el ensayo General de Cameron Crowe antes de entregarnos esa joyita llamada “Almoust Famous”.

Vida de Solteros” la ví antes de los 21 o 22, ahora no lo recuerdo bien… pero después de varios años puedo confesar que aquella vez no me calentó… no me movió un pelo… como dice Diego Casanueva en “Se Arrienda” cuando no le tincaba ni uno de los Departamentos que le ofrecía Gastón Fernández “No se me paró…” así de simple.

Si bien es cierto tenía una banda de sonido de la Puta Madre… pero más que eso no recuerdo algo que me llamara profundamente la atención… de hecho creo que lo que más me gustó de la Peli aquella vez fue “State of Love an Trust” de los “Mermelada de Perla” y párele de contar… ni siquiera encontré rica a la Bridget Fonda… pero no emití juicios… me los guardé… a lo mejor era porque creía que tenía que darle una segunda oportunidad.

Esa oportunidad creo comenzó a surgir cuando me topé con éstas dos columnas que ahora les transcribo… una es justamente de Pablo Márquez y data de Noviembre del 2005 (“Corazón Disléxico”) y la otra es un extracto de una verdadera joya escrita por Sergio Cancino en la Revista “RTV” (Q.E.P.D.) en Abril del 2004, y que en su época tituló “La Edad de la Inocencia”…

Damas y Caballeros… para vuestro deleite… como para que todos podamos creer en las segundas oportunidades…

SaludosdelaGente…

CORAZÓN DISLÉXICO

“La otra tarde, después de casi trece años, volví a toparme con una de esas películas que marcaron mis veinte años (suena chulo, pero es verdad). Era sábado por la tarde, mi mujer y mi hijo dormían la siesta a gusto y, con algo de placer, reconozco, me encontré otra vez sólo y en silencio frente a la pantalla con esa belleza llamada Bridget Fonda.

En su momento, debo haber visto “Vida de solteros” (“Singles”, el ensayo general de Cameron Crowe antes de su obra maestra, “Casi famosos”) unas diez veces. Y cada vez me parecía mejor, más normal, más de hombres, que Matt Dillon se hiciera el rudo y no mostrara nunca los sentimientos que lo atoraban debajo de esa eterna chaqueta de cuero. La gracia de la conquista, pensaba, era justamente ser lo más bruto posible.

Claro, por esos días, mediados de los ’90, cuando todos nos creíamos el cuento del grunge, eso del gruñido permanente ante la vida, nunca tomé muy en serio las estrofas de una de las canciones más emblemáticas de la película. La cantaba un tipo llamado Paul Westerberg y, más o menos, trataba de explicar por qué, a veces, cuando hay dislexia, el corazón necesita anteojos.
¿Cuántas veces dijimos algo que nunca sentimos de verdad? ¿Cuántas veces dejamos de emocionarnos en público sólo por pudor? El corazón disléxico, ahora entiendo, es el que hace justamente lo contrario de lo que siente. Es aquel que nunca dice que quiere cuando se lo piden, el que no llama por teléfono cuando lo esperan y el que no llega a la cita cuando es necesario. El corazón disléxico es el que responde con ladridos cuando le confiesan entrega y el que no se da vuelta cuando lo llaman a gritos. El corazón disléxico, más que una patología, es una tontera que aprendimos desde niños.

Hasta hace unos años, el mayor gesto de cariño con mi padre era un par de palmotazos en el hombro. ¿Un beso? Están locos, si eso es cosa de mujeres. El síndrome del corazón disléxico, ese que hace lo que no siente, el que dice lo que no quiere, es un mal generacional que nos marcó a todos. Y gracias a lo que llaman madurez, por suerte, a veces no es mortal.
Sigo en silencio la trama de “Vida de solteros” y, a diferencia de hace trece años, me gustaría entrar en la película, como en “La rosa púrpura del Cairo”, para decirle a Matt Dillon unas cuantas verdades. Que, de seguir así, no le va a ir muy bien en la vida. Que, si su meta es dormir tranquilo por las noches, tiene que comprar con urgencia esos antejos para el corazón que le recetan en clave de guitarras. Y que, por último, Bridget Fonda o la mujer que siempre quisimos tener a nuestro lado se merece otra cosa.

Se merece un corazón que diga que sí cuando está realmente convencido, un corazón que pida ayuda cuando el reporte del clima no le sea muy favorable y que no confunda las letras de las emociones. Se merece, más que un by pass, un trasplante de humanidad.
No sé bien el momento exacto, pero, si me preguntan, puedo decir que comencé a trabajar mi dislexia con los amigos, los buenos amigos, los que me ayudaron a canalizar toda la rabia y la pena de una gran frustración amorosa. Los que me hicieron ver la importancia de llorar y pedir ayuda, de abrazar y de apretar fuerte porque se me iba el mundo. Con ellos, a punta de cervezas y cigarrillos, fui modelando el corazón que hoy me permite besar a mi viejo cada vez que lo veo y acompañar en el llanto a mi vieja ahora último que se le han muerto un par de amigas.

El estímulo y el refuerzo de los amigos, me gustaría decirle a Matt Dillon, hicieron que superara el déficit emocional de mi dislexia. Y si la sicóloga en su momento me recetó soltar, evitar la contención, con ellos aprendí a sentirme más seguro y más hombre para hacerlo bien.

Los días de los corazones disléxicos, permítanme golpear la mesa, están tan añejos como las canciones de mi banda de sonido de “Singles”, un disco compacto que encuentro perdido en el estante, todo brilloso, y que vuelvo a poner, bajito, para que no se me despierte la prole. Y así, viendo a mi mujer y a mi hijo dormir la siesta a gusto, puedo al fin entender que los anteojos que propone “Dyslexic Heart” fueron hechos para ver la felicidad más nítida cuando llegue el momento”.

posted by Profesor Márquez

lunes, marzo 05, 2007

Silvio Rodríguez, Santiago de Chile

Y por fin puedo decir que he visto al gran maestro Silvio Rodríguez, uno de los cantautores latinoamericanos y mundiales más importantes de todos los tiempos, EN VIVO!!

Fue a los 12 años cuando lo escuché por primera vez. De la mano de Eduardo Gatti y del mismo Silvio, a través de cancioneros, aprendí a tocar guitarra. Desde entonces he seguido con atención su carrera y he vibrado y hasta llorado con sus canciones. Es que el cubano es un ícono presente en el inconsciente colectivo de no una, sino varias generaciones, en cualquier parte del mundo de habla hispana.

Añoro las fogatas de vacaciones de verano, en que no faltaba quien tocara alguna canción del maestro en guitarra. Silvio es infaltable en cualquier reunión en torno al fuego, con guitarra en mano, y tal vez un vaso de vino tinto.

El trovador, cuya carrera comenzó en la década de los 60 (pese a que su primer disco oficial data de 1975), ya había venido a Chile en unas 10 ocasiones. Pero por diversos motivos no me había decidido a ir a verlo. Temía que su voz ya estuviese gastada, o que no tocara ninguno de sus clásicos.

Sin embargo todos esos temores quedaron en el pasado luego de haberlo visto en el espectacular Arena Santiago, el pasado 1 de marzo, ante la presencia de unos 8 mil asistentes.

La voz y la guitarra de Silvio están intactas. Me deleitó con temas nuevos, así como también con viejos clásicos como Te doy una canción, Papalote, De la ausencia y de ti, La Maza, Quien Fuera, Pequeña serenata diurna, Óleo de una mujer con sombrero, La Era está pariendo un corazón, Ojalá, entre otras.

Un poco lejano o frío... puede ser. Un tanto bajo el volumen de su voz y del bajo... también. Demasiados bis, en vez de tocar más larga e ininterrumpidamente.... claro que sí.

Pero al final del día el balance es más que positivo. Histórico. Notable. No hay conciertos perfectos, y pese a que quedé con gusto a poco, puedo afirmar, con una extraña satisfacción, que cada vez me puedo morir más tranquilo.