domingo, junio 24, 2007

Me he "softeado"

No. No me he vendido a nadie ni a nada. Pero sí me he suavizado. Tampoco en términos musicales, que es sobre lo que más he escrito aquí. Simplemente me he vuelto un poco más pragmático. Pasados los 30, me han sucedido cosas... y creo (o quiero creer) que he cambiado levemente en algunas cosas y sustancialmente en otras.

Pese a lo nómade de mi carrera laboral, vida amorosa, y aunque mis gustos personales se han mantenido o en algunos casos intensificado, me siento un poco más tranquilo. Cuando era adolescente, mi visión del mundo era harto más nihilista. Ahora, en cambio, he desarrollado una paciencia que se cuenta dentro de mis virtudes. A los 15 años era un trasher. Usaba sólo jeans y chaquetas con parches y chapas de mis bandas metaleras favoritas. A los 20, usaba el pelo largo, aro en la ceja, y transaba harto menos que ahora.

A los 31, tengo marcada en mi cara la arruga de mis "años de enojo". Tal vez quienes me lean y conocen verdaderamente dirán "estás loco!!, eres más crítico, exigente y pesimista que antes". Puede ser, pero no es como YO me siento hoy en día. Sí, a veces me voy a los combos, o conduzco más rápido de lo que debería (mi auto y otros aspectos de mi vida). Pero el tema es que, haciendo la raya para la suma, siento más seguridad en mí mismo.

He recorrido un camino que me tiene softeado, apaciguado, casi tranquilo, reflexivo y... muy risueño. Probablemente mi mochila sigue acarreando las mismas piedras, pero ¿será que aprendí a convivir con ellas?.

No lo sé. Es por eso que aprovecho este punto de inflexión para responder un meme a mis amigas Cata y Siempreelsur, y compartir con todo el resto las 8 cosas que más me identifican como persona y como hombre. Y dice así:
  1. Me identifico por tener enemigos. Creo que está en la naturaleza de cualquier persona y lo siento necesario. No digo que realmente lo disfrute, pero de una manera compleja de explicar aquí, me ayuda.
  2. Soy tipo más bien solitario. En realidad soy súper solitario. Observo mucho. Me identifica la soledad. Aquí hablo más de eso.
  3. La música es mi alimento y vicio favorito. Escucho... luego existo. Canto, luego siento. Fiel a mis raíces rockeras, intento estar siempre al día y descubrir sonidos nuevos, pero respetando lo que me marcó a los 10, 15, 20 y 25.
  4. Me identifico con la solidaridad. Invierto mucho tiempo de mi vida ayudando a otr@s. En lo que sea. Me ha traído gratos e importantísimos dividendos no comerciales.
  5. La versatilidad es mi norte. Puedo compartir con mucha gente distinta y sentirme igual de bien en casi cualquier parte. Me las arreglo. No vine al mundo a ponerme exquisito en ningún sentido.
  6. Mi familia es otro eje central de mi vida. Lamentablemente, hay ciertas cosas que jamás he podido mezclar al 100% con mi familia... como la misma música. Pero amo a mis padres, hermano y hermana.
  7. Soy exigente. Me gusta comer rico. No caigo fácilmente en la trama de cualquier película de moda. Exijo exquisitez en la comida, la música, el cine, y por supuesto en las personas.
  8. Lo reconozco: soy un geek. Así lo siento y me identifico con eso. Fanático de la tecnología y la informática, así como de las comunicaciones. Viva Internet!!
Bytes!!

jueves, junio 21, 2007

Erógena

Qué linda palabra, erógena. Le queda como anillo al dedo a una banda de música sensual, a una discotheque, o a una radio para escuchar bien acompañado.

La RAE dice:

erógeno, na.

(Del gr. ἔρως, amor, y ‒́geno).

1. adj. Que produce excitación sexual o es sensible a ella.



Y quiero seguir con mi música, desviándome un poco (musicalmente hablando) de todo lo que he escrito en la historia de esta bitácora. Quiero mostrarles las canciones que contendrá el CD que grabaré próximamente en mi Ferrari, apagar la luz, y hacerl@s partícipes de una aventura distinta.

Chuqui se viste de DJ para entregarles música precisa y rotúndamente... erógena. No olviden usar audífonos y díganme cuál les gustó, cuál es la más sexy, y cuál debería definitivamente salir de la lista. Sé que son hartas canciones. ¡Tómense su tiempo!

Si quieren alguno de estos temas, pídanmelos picando aquí. (Esto es Web 2.0, jeje).







































lunes, junio 18, 2007

Estar estresado (y con licencia)

Nunca me había pasado algo así. A lo más me había "pedido" (yo no pido las licencias, me las dan) licencias médicas por amigdalitis, faringitis, sinusitis, bronquitis y otras "itis" pero jamás por estar colapsado. A pesar de que trabajo hace más de 10 años y de que en el último año he estado hasta con 3 trabajos al mismo tiempo, no había llegado ese momento en que simplemente sentí que no daba más.

Sucedió después de una discusión, de las tantas que he tenido con la alemana que se sienta al frente mío (en realidad yo me siento al frente de ella, ya que llevo 1 año pidiendo oficina definitiva y nadie se hace hizo cargo), que sentí que no podía seguir así. Soy -y siempre he sido- tan corazón de abuelita, que siempre acepto todo, me comprometo más de lo debido, me trago o aguanto incluso algunos malos tratos, pero esta vez fue la gota que rebalsó el vaso.

Y es extrañísimo ir a un psiquiatra a decirle: Doctor, estoy estresado. Y sentir que mis hombros están tensos, que mi cara luce más pálida de lo normal, mis ojos más rojos de lo debido, y mi actitud más agresiva que otras veces. El doctor comprende inmediatamente y redacta el papelito que tendré que ir a dejar al trabajo en un lapso máximo de 48 horas. Eso pese a mi tipo de contrato, a honorarios.

Sentí el cambio desde el primer día. Dormí más y mejor. Terminé de leer un libro. Vi televisión. No pensé que la TV hubiese empeorado tanto desde la última vez que estuve concentrado en un matinal o en algún estelar!! También me sirvió para estar más cerca de mi familia, recuperar energías, echar la talla, caminar más despacio por la calle, y hacer cosas que me gustan: trabajar en "lo mío" y navegar por Internet.

Desde la oficina algunas compañeras (todas señoras) me llamaron para saber por mi estado de salud, preocupadas. Y yo como si estuviese de vacaciones, como que tenía que poner voz de lamento. ¡Si lo único que necesitaba era alejarme de ese ambiente putrefacto!

No les niego que me sentí como un bicho raro, tanto durante el período de licencia como al regreso. En Chile todavía está casi prohibido sentir cansancio, agobio, angustia, depresión (esto último no aplica en mi caso, pese al dolor que llevo conmigo desde hace varias semanas). Es mal visto ausentarse del trabajo por motivos de salud mental.

En fin... ya regresé, pero no para quedarme. Mañana me levantaré temprano y será mi penúltimo día de trabajo en esa caótica institución. Después de eso, quién sabe...

miércoles, junio 06, 2007

¡Quiero ser Director de Orquesta!

Hace años que no iba a un concierto de música docta. No clásica, como dicen algunos, sino docta. Hoy fui con mis abuelos maternos y mi Tía Ingrid, la hermana menor de mi mamá, al Teatro California en Irarrázaval. Más de 30 músicos deleitaron mis oídos (y también echaron a andar mi imaginación) con música de Felix Mendelssohn y Johannes Chrysostomus Theophilus Wolfgang Amadeus Mozart. Y me di cuenta de que ser director de orquesta es sencillamente lo mejor.

Es lejos lo mejor que le puede pasar a un hombre. Tener ese poder, ese carisma, esa autoridad para comandar a un grupo de discípulos, que ya son buenos, con el más leve -o enérgico- movimiento de manos. En realidad no son sólo las manos y brazos, sino toda la expresión corporal del director, lo que hace que los demás obedezcan y se sometan, solemnes, a las órdenes del maestro.

¡Cómo me gustaría sentir el sonido fresco y directo de violines, flautas, clarinetes, trombones, violonchelos, contrabajos, tambores, timbales, trompetas o el instrumento que se imaginen! Hacer bailar los sonidos, y yo danzar con ellos. Erguirme con pasión al frente de cada uno de los músicos, de espaldas al público, muy elegantemente vestido, y conducir todo tipo de emociones con cada movimiento de mi cuerpo.

Un director de orquesta es un líder capaz de silenciar multitudes, así como también de arrancar dolor, euforia, admiración, hasta nerviosismo con cada melodía, en cada clímax. ¡Qué mejor que ser director de orquesta! Nada, creo yo. Sentir como vibra el piso de tanto sonido junto y mezclado. Escuchar el atento silencio y respeto del público en cada remanso de la sinfonía.

Si bien estoy muy lejos de ser un gran conocedor de música docta y de directores de orquesta en general, hay un maestro que se ha ganado mi admiración. Un músico y director de orquesta muy famoso, que conocí la primera vez que escuché el increíble The Final Cut, de Pink Floyd (en estricto rigor debería decir by Roger Waters). Me refiero al grandioso Michael Kamen. Este MAESTRO ha trabajado con muchas bandas de rock, como por ejemplo Metallica. Y para silenciar todas las voces y dejar que sólo los instrumentos se comuniquen, en una de las más celebradas comuniones entre lo docto y el metal, los dejo con un himno de Metallica, versión orquestada y en vivo: The call of Ktulu.